H.W Arnold

La peor derrota de un ser humano es cuando pierde el entusiasmo. H.W Arnold

martes, 29 de octubre de 2019

Entrevistas. Un ratito con Alberto Ortega


¿Qué te llevó a ser docente?

Educar es mi manera de buscar el amor verdadero. Recuerdo a mi padre, maestro de matemáticas, rodeado de niños y niñas en los recreos. Él los miraba en una forma en que los ojos les brillaban. Quizá en la búsqueda de ese amor, seguí sus pasos y me orienté hacia la educación. Dice Humberto Maturana, quien sabe mucho del amor desde un punto biológico, que "amar educa". Si alguna vez en el futuro llegamos a poder medir el amor, sin duda se podrá medir lo que sentimos en el pecho los que nos dedicamos a la educación.

¿Qué significa para ti esta profesión?

Creo que el mundo necesita un cambio, lo pide a gritos y, de hecho, pienso que la transformación ya está en marcha. En el futuro seremos seres empáticos; usaremos el amor como bandera que nos une; seremos capaces de ver las cosas desde distintas perspectivas y elegiremos las que más nos favorezcan; buscaremos soluciones en lugar de culpables; nos sentiremos seres capaces, pues eso es lo que somos; sabremos cooperar y utilizaremos la gran maquina que es nuestro cerebro para ser felices. Para mí, trabajar en educación significa la posibilidad de ser parte de esa transformación. Estar conectado con ese sueño me hace sentir vivo y no se me ocurre otra manera mejor de hacerlo realidad que liderando ese cambio desde las aulas.


¿Qué le ha enseñado su profesión a lo largo de estos años?

Qué no sé nada. Que deberían ser los niños quienes nos enseñen. Ellos, inocentes, limpios de mente y corazón, son en realidad nuestros maestros. Si a Picasso le llevó 50 años aprender a dibujar como un niño yo llevo 20, desde que pisé un aula por primera vez, aprendiendo a vivir como ellos.

¿Qué visión tiene de la educación y qué cosas cambiaría para mejorarla?

Pues haría muchos cambios pero voy a centrarme en 2 que creo fundamentales. Por un lado favorecería la innovación docente (la inmensa mayoría relacionada con la educación emocional) y seduciría al profesorado en su valor y en la formación. Lo haría tratando de no hacer sentir culpable a ninguno de ellos pues todos, de alguna manera, somos víctimas del paradigma educativo en el que nos educaron. Esto ya se está haciendo, incluso en la educación superior, pero lo haría con rigor y compromiso y con un apoyo mayor de las instituciones. Por otro lado, y aunque no sea muy popular, cambiaría los criterios de selección del profesorado. Aunque no es mi experiencia general, he visto docentes, que serían excelentes adiestradores de perros pero sin ninguna capacidad de educar o de amar, que han quedado número 1 en el concurso-oposición de su comunidad. Hay que cambiar ésto y dar paso al aula a docentes amorosos y también rigurosos.


Un pequeño test, contesta con una palabra lo que te sugiere:
EDUCACIÓN: AMOR
ESCUELA: FAMILIA
DEBERES: ELEGIRES
FAMILIAS: COOPERACIÓN
INNOVACIÓN: TRANSFORMACIÓN

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